Casi siempre los domingos vamos a el rancho donde viven mis abuelos, y la verdad me encanta ir, será porque viví de bebé ahí, o por el amor a mis abuelos, o a esa casa y ese espacio. Y es que esos dos señores son mi vida entera y es donde crecí, donde conocí bastantes cosas y donde empezé a soñar, donde empezé a crear y donde mi abuela me enseñó las bases de coser que ahora sé.
Lo que más me gusta ya hablando del lugar, es el espacio amplio que tiene, las flores y los árboles enormes, la casa de mi abuela ya denota antigüedad; en la parte de atrás del jardín hay un arroyo, y aunque siempre está seco, verlo correr con esa fuerza cuando llueve es genial, además tiene muchos árboles de todas los cítricos, tiene piñas, duraznos y mangos tambien.
Pues el domingo luego de desayunar me senté en una hamaca y me acosté a pensar, y es increible la cantidad de veces que he estado en esa hamaca, pensando en como sería mi vida futura, y ahora que tengo un poco de lo que soñaba, se siente una satisfacción saber que voy por el buen camino. Lo malo fueron los mosquitos que no me dejaron estar tanto tiempo como yo hubiera querido. Siendo así me tomé algunas fotos para que vean lo bonito que se pone el patio y el rancho donde viven mis abuelos en esta época del año.
Disculpen si mis fachas no son las adecuadas, pero era domingo y eran las 9 de la mañana, y seamos realistas; quien quiere arreglarse a esas horas.
Vestido: Aeropostale.
Sandalias: New colors.
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